¡Hola! Aquí os dejo el primer capítulo de una novela que comencé a escribir hace ya un tiempo. Honestamente, creo que es de las peores que tengo, pero para gustos los libros. Aún así, espero que os guste y que me dejéis vuestra opinión en un comentario. Recordad que podéis mandarme vuestras opiniones, sugerencias o relatos también por e-mail ( escriluna@gmail.com )
POR
TU SONRISA
PRÓLOGO
Ahora es el momento perfecto para mirar hacia atrás y sonreír,
sonreír por toda una vida junto a él, sonreír por lo felices que
fuimos, sonreír por haber podido regalarle todo mi amor y, a su vez,
recibir todo el cariño que él era capaz de darme.
Hoy es mi primer cumpleaños sin él, hace ocho meses que mi marido
me dejó, con noventa y tres años dejó esta vida que habíamos
formado. Lo único que podían decirme los médicos para aliviarme un
poco este dolor era que había muerto de forma rápida y nada
dolorosa; por suerte, así fue.
Pero basta ya de hablar de desgracias. Hoy es mi cumpleaños, mis
hijos y mis nietos vendrán para pasar el día conmigo; será un día
feliz. Después de tantos años de vida quiero recordar el momento
exacto en el que comencé a vivir de verdad, el momento en que mi
existencia parecía que empezaba a tener sentido...
1
-¡Sisi, Sisi! ¡Ese chico de ahí no deja de mirarte! - me gritó
Tina mientras corría hacia mi.
-¡Tina, no grites! - la recriminé girándome para observar al chico
que miraba distraído unos CDs.- No digas tonterías, no me está
mirando. Y deja de correr por toda la tienda, ¡nos van a echar! -
Tina me miró con una fingida expresión de arrepentimiento y ambas
comenzamos a reír escandalosamente al ver que el de seguridad no nos
quitaba el ojo de encima.
-¿Dónde están Clara y Marta? - pregunté mientras miraba a todos
lados, no las veía por ninguna parte.
-No lo sé, creo que están por la zona de los libros. Voy a
buscarlas, ahora vuelvo. - Se giró para ir en busca de nuestras
amigas, pero antes de volver a salir corriendo, dio media vuelta y me
susurró al oído. - Ah, y si te miraba.
Mi amiga se echó a correr y antes de desaparecer tras una
estantería, volvió a girarse para sacarme la lengua. Yo no pude
evitar reírme y, durante una milésima de segundo, mi mirada se
encontró con la de aquel chico, que me dedicó una de las sonrisas
más increíbles que había visto en mi vida. No pude evitar
devolvérsela, consciente de que yo no causaría el mismo efecto
impactante que él había causado en mi. Tenía que reconocer que era
realmente guapo, tendría cuatro o cinco años más que yo. Me quedé
mirándole sin darme cuenta y noté como el rubor se extendía por
mis mejillas sin que yo pudiera controlarlo, así que lo único que
hice fue darme la vuelta y volver a centrarme en los discos que tenía
en las manos. En la derecha un disco de Metallica
y en la izquierda uno de Nirvana. Sin
duda, era una decisión difícil. Seguí observando los discos, sin
poder decidirme por ninguno, cuando noté que alguien se paraba a mi
lado. Levanté la vista disimuladamente para encontrarme con ese
rostro de rasgos perfectos, sus ojos color caramelo se volvieron
hacia mi y, cuando volvió a sorprenderme con esa sonrisa traviesa,
creo que me olvidé de respirar.
-Buenas elecciones, pero yo me
decidiría por el de Nirvana.
- Me dijo sin dejar de sonreír.
-Creo que me llevaré el de
Metallica. - Contesté
sin pensar, no quería que se diera cuenta de lo mucho que me
intimidaba, aunque creo que era bastante evidente.
Él rió por lo bajo y me pareció que de sus labios salió la
palabra “perfecto” como un ligero murmuro con un tono divertido.
¿Quién era ese chico? Durante unos segundos me quedé observando
sus labios, que en ningún momento abandonaron aquella especial
sonrisa.
-Por cierto, me llamo Alex. - Dijo sacándome de mis fantasías.
-Sisi. - Le contesté seca, pero la seguridad de este chico me
desconcertaba.
-Encantado, Sisi – cogió el disco
de Nirvana que yo
había vuelto a colocar en su lugar al decir que no me lo iba a
llevar, y se giró para irse, no sin antes añadir con una sonrisa
demasiado seductora – Espero volver a verte.
Yo me quedé allí plantada sin saber que hacer. ¿Qué acababa de
pasar? Su sonrisa y mi aturdimiento seguían dando vueltas en mi
cabeza cuando vi a mis amigas dirigiéndose hacia mi. Dimos un par de
vueltas más por la enorme tienda, nos encantaba deambular entre los
libros y los CDs del Fnac, nos perdíamos entre tanta música, a
pesar de los gustos tan diferentes que teníamos: Marta y Clara
adoraban el pop, demasiado comercial para mi gusto, mientras que Tina
y yo nos dejábamos llevar más por el Rock & Roll y el Heavy
Metal.
Después de pasar allí otra media hora, cuando nos cansamos de
observarlo todo, yo me dirigí a la caja para pagar mi CD acompañada
de Clara, mientras las otras dos salían fuera para aprovechar el
agradable sol de otoño.
-¿Es usted Sisi? - Me dijo la dependienta observándome atentamente
después de pagar mi nuevo disco.
Yo asentí sorprendida de que supiera mi nombre, a pesar de lo falsa
que sonaba su buena educación. La chica tendría veintiuno o
veintidós años y en su mirada pude notar cierta envidia. El porqué
de aquello, se me escapaba.
-Han dejado esto aquí para usted. - Continuó la dependienta
entregándome una pequeña bolsa con el logotipo de la tienda, igual
que la que llevaba yo en la mano. Esta vez pude notar la envidia
también en su tono de voz, parecía que, sin conocerme de nada, no
le caía demasiado bien.
Con un simple “gracias” cogí la bolsa y salí de la tienda
completamente confundida y emocionada al mismo tiempo. Clara me
seguía con una expresión todavía más sorprendida que la mía y
mis amigas no tardaron en preguntarnos que había pasado cuando
vieron esa expresión anonadada en nuestras caras. Clara les contó
la breve conversación con la dependienta y, al parecer, el tono de
su voz tampoco pasó desapercibido para ella. ¡Menos mal! Pensaba
que me estaba volviendo paranoica.
Nos sentamos en el banco de la plaza
que quedaba al girar la esquina del Fnac
y allí, con paciencia, abrí la bolsa para ver lo que contenía. ¡El
disco de Nirvana que
había estado a punto de comprar en la tienda! Sin querer, mis
labios se curvaron en una pequeña sonrisa tímida.
-No ha podido ser él. - Murmuré mientras volvía a sonrojarme al
recordar sus ojos caramelo mirándome tan seductoramente.
-¿Él? ¿Qué me he perdido? - Marta me lanzó una mirada acusadora
que me hizo reír. ¿Cómo podía explicarle que mi sospecha era que
me lo había comprado un chico al que no conocía de nada pero que me
había echo perder la cabeza con solo una sonrisa? Pensaría que
estaba loca, sobre todo teniendo en cuenta mi escasa vida amorosa.
-¿Te refieres al chico que no dejaba de mirarte? - yo asentí
apartando la mirada de Tina mientras sentía como me empezaba a poner
colorada otra vez.
Las tres se quedaron mirándome con la boca abierta. Yo abrí la caja
del CD distraídamente, fantaseando un poco con aquél chico moreno
del que sólo sabía el nombre, cuando vi que dentro había una nota.
“Sisi:
Todo por tu sonrisa.
Alex”
En ese momento sentí que todo se detenía, que el mundo entero se
había parado para leer una y otra vez ese trozo de papel escrito con
una bonita caligrafía redonda y segura. ¿Qué me estaba pasando?
Podía notar la felicidad salir de mi en forma de sonrisa tonta.
-Ya puedes dejar de sonreír, Sisi. - me dijo Clara ocultando
malamente una risa. Yo sólo fui capaz de coger la nota y
entregársela, todas se quedaron impresionadas.
-Sisi, - me dijo Marta pacientemente para poder captar mi expresión
– detrás hay un número de teléfono apuntado.
-¡Llámalo! - gritó Tina y, antes de que yo pudiera hacer nada, me
cogió el bolso y rebuscó hasta encontrar mi móvil.
-¡No lo llames, por favor! - me levanté corriendo para intentar,
fallidamente, recuperar mi teléfono.
-Envíale un mensaje por lo menos para darle las gracias, ¿no? -
sugirió Clara, intentando ser tan amable como siempre lo era con
todo el mundo.
-Está bien, un mensaje. - Accedí no del todo convencida esperando
que mi mejor amiga me devolviera el móvil.
-Yo lo escribo. - Dijo Tina sin soltar mi teléfono. Se puso a leer
en voz alta mientras iba pulsando una letra tras otra. - Mi
queridísimo Alex. Adoro tu regalo tanto como te adoro a ti. Quiero
verte. Con todo mi amor, Sisi.
-¡Tina! - grité sobresaltándola. - ¡No serás capaz de enviarlo!
¡Devuélveme eso ahora mismo! - y me puse a correr detrás de ella
hasta que por fin conseguí cogerla.
Borré todo el mensaje y escribí: “Hola, Alex. Muchísimas
gracias por el CD, pero no tenías porqué hacerlo. Sisi :)”
Enviar. Volví a guardar el móvil, esta vez en el bolsillo para no
correr el riesgo de no darme cuenta de su respuesta. Mis amigas
seguían sentadas en el banco, observándome detenidamente, cuando en
mi móvil empezó a sonar una de mis canciones favoritas de Nirvana,
como no.
-¿Si? - respondí nerviosa, no me había parado a mirar quién
llamaba.
-¡Hola, Sisi! - Escuché la voz alegre de mi amigo Christian y no
pude evitar soltar un suspiro de alivio.
Cuando colgué, mi amigas se levantaron rápidamente para acosarme a
preguntas, yo no pude evitar reírme al verlas casi tan entusiasmadas
como lo habría estado yo si de verdad hubiera sido Alex el que me
hubiera llamado.
-Era Chris, está en el Starbucks de siempre con Celia. - Dejándolas
a todas con la palabra en la boca, volví a guardar mi móvil, esta
vez en el bolso, y empecé a caminar dirección Starbucks.
El local era un sitio grande y luminoso, tenía dos plantas llenas de
sofás y sillones muy cómodos y mesas de aspecto moderno. Pedí un
Mocca, como de costumbre, y subí las escaleras acompañada de
mis amigas en busca de Christian y Celia. Estaban sentados en un sofá
naranja junto al gran ventanal con vistas a la plaza que ocupaba toda
la pared.
-¡Hola, chicas! - nos gritó Celia en cuanto nos vio llegar a la
segunda planta.
Les di dos besos a cada uno y me senté en la comodísima butaca
marrón que había entre los dos sofás, dejé mi Mocca sobre
la mesa blanca y mis queridas amigas no tardaron en contarles la
historia de mi nuevo CD de Nirvana. Intenté hacer todo lo
posible para esquivar las preguntas y contestar con evasivas, pero
eran muy insistentes. No podía evitar mirar el móvil cada cinco
minutos con la esperanza de que hubiera contestado. ¿Por qué no lo
hacía? ¿Quién te da su número y después no te responde? Tal vez
había sido todo una broma, igual ese número de teléfono ni
siquiera era suyo. Lo que debía preguntarme a mi misma era por qué
me afectaba tanto no volver a saber nada de él.
-¡Ricitos, vuelve! - me dijo Christian pasándome la mano por
delante de los ojos y sacándome de mis pensamientos. - Deja el
móvil, estará ocupado, pero seguro que te contesta. ¡Mírate!
Seguro que no se puede sacar de la cabeza esos ojazos verdes que
tienes.
-¿Qué? No lo miraba por eso... - volví a sonrojarme y bajé la
cabeza, sabiendo que mi amigo estaba poniendo los ojos en blanco al
no creerse mis palabras.
Volví a centrarme en la conversación, no podía estar pendiente de
un chico al que ni siquiera conocía. ¿Por qué me sentía así? Al
fin y al cabo, solo era un chico con una cara bonita, yo nunca había
sido tan superficial. Eso volvió a recordarme sus perfectas
facciones y dejé escapar un pequeño suspiro. Cerré los ojos un
segundo y sacudí la cabeza con el fin de dejar de pensar en él.
LUNA